EXPOSICION FOTOGRAFICA DE MUJERES FOTOPERIODISTAS

​

LA mirada, LA cámara, LA luz y LA fotografía desde nosotras.

Marzo 2019, Rejas de Chapultepec

 

Ser mujer fotoperiodista en México no es fácil, no lo ha sido y no lo será. Hay códigos, conductas y estereotipos que han permeado todo el ambiente que rodea a una mujer que a partir de la mitad del siglo XX se dedica al fotoperiodismo. Sin embargo, con los años, y con una lucha constante y conjunta, de sororidad y alianzas de género, poco a poco se han ido abriendo espacios de reconocimiento.

 

Esta exposición muestra el trabajo de 59 mujeres fotoperiodistas: las pioneras que abrieron camino en este trabajo difícil, física y emocionalmente exigente; la generación actual que ha ido construyendo nuevos espacios donde todas quepan y la nueva que está comenzando en esta profesión que siempre se ha pensado como campo para los varones. Que sigue dominada por ellos.

 

En esta exposición hay imágenes llenas de tesitura, belleza e inspiración que muestran fragmentos de este país visto a través de los ojos de las mujeres que lo han retratado durante casi cuatro décadas. Piezas de su trabajo cotidiano que merecen ser vistas.

 

Lo invisible a los ojos es la historia muda oculta detrás de cada imagen, la carga que las autoras tuvieron que soportar –junto con los pesados juegos de lentes, tipos de cámaras y tripiés- por atreverse a andar caminos que les tenían negados, por obstinarse ellas también en combinar técnicas de luces y sombras para retratar universos.

 

Detrás de estas imágenes hay historias de violencias sutiles normalizadas en las redacciones de los medios donde trabajaron. Ese historial compartido por todas de “dejar pasar” constantes cuestionamientos por ser mujeres y dedicarse a la fotografía; los comportamientos, acosos e insultos en la sala de redacción o el cuarto de revelado; los comentarios del “elige si quieres tener una familia normal o irte de enviada a la selva por tiempo indefinido”; esas órdenes de trabajo que había que pelear porque no eras considerada lo suficientemente fuerte o valiente o dura o macha para lograrlo; ese reproche por el embarazo o por “estar en tus días” como si fueras incapaz para cumplir una asignación; ese único camino posible de optar por la soltería si quieres llegar a ser alguien; esa precariedad laboral asumida por la pasión del oficio; esas microviolencias que –dicen ellas- “vivimos y seguimos viviendo hasta que alguien, alguna de nosotras, o todas, levantamos la mano para denunciar y decir ‘ya basta’”.

 

Al tomar la palabra, las autoras de estas fotografías dicen: “Esta exposición refleja que, a pesar de todo y con todo, nos abrimos paso. Que si volviéramos a nacer volveríamos elegir cargar estos lentes y estas cámaras.

 

“LA mirada, LA cámara, LA luz y LA fotografía desde nosotras une, pues, a tres generaciones que nos unimos para abrazarnos y fortalecernos. Que abrazamos una profesión que nos define, que es un estilo de vida, una forma de ser mujer, a contracorriente.

 

“Las pioneras lucharon, nos abrieron una estrecha vereda, nos mostraron el camino hacia la fotografía, que no sería fácil, nos tocó enfrentar la violencia encrudecida, un contexto hostil para quienes nos dedicamos al periodismo. Las nuevas fotoperiodistas comparten esta certeza de que esta es una de las profesiones más hermosas que existen y saben que estamos trabajando juntas para que esa vereda ahora sea un camino seguro, sin acoso, sin violencias y en el que podrán nadar las nuevas generaciones que vienen empujando como un río caudaloso y fuerte. Que se desbordará con lo mejor que tienen, su talento”.   

 

Sashenka Gutiérrez, Jazmín Ortega, Claudia Loredo, Mónica González y Marcela Turatti.